sábado, 15 de agosto de 2020

El entrenamiento de destrezas: la sesión

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El entrenamiento de destrezas: principios básicos (II)

  Terminamos la lista de principios básicos iniciada en la entrada anterior con el último de ellos, pero no por ello menos importante, al contrario:



DECONSTRUIR LA TÉCNICA

  Difícilmente podría exagerarse la importancia de este pilar de los entrenamientos técnicos. Descomponer cada destreza en los gestos que la integran es algo fundamentalísimo, sin lo cual no hay forma de enseñarlas apropiadamente. 
     Entre otras cosas sirve para dotarnos de todas estas herramientas:  

+ Identificar de forma precisa dónde falla la ejecución y aplicar correcciones pertinentes.
     Por poner un ejemplillo: en cuanto al pase con spin normalmente se habla de la posición de las manos para recibir el balón, de la posición del codo, de "apuntar al soltarlo"... Pero no tanto del "latigazo" de la muñeca, que en última instancia da potencia al pase. Es típico que algun@s recién llegad@s al rugby no consigan realizarlo de forma espontánea y simplemente "empujen" o acompañen el balón, que volará flojo, pero si se usan ejercicios concretos para mejorar este gesto spueden progresar mucho más rápido.
     En fin, para cualquier skill hay que desenmascarar lo que no funciona y a veces un elemento con el que no contábamos (o que dábamos por hecho) basta para cambiarlo todo. Por eso necesitamos saber descomponer la técnica en todas las partes que podamos para tener una visión lo más clara posible y poder centrarnos en lo que falla, proponiendo ejercicios (y palabras clave) adecuados para corregirlo(1)

Dos elementos clave en el pase lateral: codo levantado para "amartillar" el brazo que dispara 
y acompañamiento al soltar el balón para "apuntar" con mayor precisión.
Ambos gestos son evidentes, pero hay otros que requieren mayor análisis y que pueden suponer un revulsivo en cuanto a eficiencia 
(en esta o en otras destrezas). Pero no solo hay que conocer el qué, sino también el porqué.


+ Trazar una adecuada progresión del aprendizaje.
     Al conocer los componentes de una técnica podemos ordenarlos de diferentes maneras para trabajarlos. Algunos ejemplos:
De los gestos más simples a los más complejos, según la dificultad de su ejecución.
De los gestos iniciales a los finales: por acumulación, asentando unos tras otros según su orden en la secuencia de la ejecución.
De los gestos esenciales a los accesorios: trabajar las partes que aseguran una ejecución decente para después ir puliendo las que no son tan decisivas pero sirven perfeccionarla.

     En cualquier caso, la progresión fundamental será comenzar con ejercicios cerrados para automatizar los movimientos e ir incrementando y variando la presión para implementar la toma de decisiones. Además, los ejercicios forman parte de una sesión de entrenamiento que también se estructura con una progresión, de la que hablaremos en la próxima entrada.
     Dicho esto, cabe recordar que no es buena idea tratar de implementar demasiados gestos nuevos a la vez y convendría que los anteriores estén asentados antes de pasar a los siguientes, aunque a menudo no tenemos tanta paciencia 😩

+ Diseñar una activación previa al entrenamiento más adecuada para maximizar el rendimiento en la sesión.
     Normalmente, los calentamientos "típicos" son algo incompletos. No basta con cualquier ejercicio físico y estiramientos para "entrar en calor" . Sería más indicado enfocar el "calentamiento" (qué poco me gusta la palabra) a lo que vamos a trabajar a continuación. Al descomponer las destrezas podemos identificar en qué elementos concretos debemos centrar una sesión y preparar también una activación acorde, centrada en grupos musculares determinados, postura, visión periférica, asociación, comunicación... dependiendo del tema que se vaya a trabajar. Por eso se suele decir que alguien que observe la activación debería ser capaz de saber de qué irá la práctica.
     Por ejemplo, si vemos que hay que trabajar la postura corporal previa al contacto, entonces sería ideal recurrir antes a actividades que obliguen a ls jugadors a bajar su centro de gravedad. De esta forma la sesión será mejor aprovechada, puesto que los cuerpos van a estar mejor adaptados a sus exigencias. (2)

+ Decidir los elementos clave que deben ser entrenados y diseñar sesiones o talleres acordes a ellos.
     En mi opinión, por ejemplo, la clave del placaje está en el encuadre y el juego de piernas y a menudo es justo su ausencia la que hace que nos desesperemos al ver a nuestrs rugbiers "poner pegatinas" durante un encuentro. Identificando esto podremos preparar una sesión específica sobre el encuadre para la siguiente práctica. 
     Pero, si no hacemos un buen análisis y no somos conscientes de dónde está el error, nos quedaremos únicamente con la idea que "falla el placaje". Y así es probable que en la siguiente sesión les hagamos hacer, de nuevo, placajes "estáticos" (o, peor, de rodillas) hasta reventar y quedemos satisfechos con el resultado y después volvamos a tirarnos de los pelos cuando de nuevo se les escapen todos los rivales en el próximo partido. 
     No es que ls jugadors no sepan placar, es que no han practicado los elementos que cuentan de verdad, sino solo una parte del proceso, quizás la menos importante.

+ Elegir las palabras clave que desencadenen los gestos que necesitamos, así como los refuerzos más productivos tras una mala (o buena) ejecución.
     Volvamos al ejemplo del equipo que no consigue encuadrar. ¿Cuántas veces hemos oído a entrenador@s (o a nosotrs mism@s) gritar "¡PERO PLACAD!" o algo peor? Por los resultados obtenidos ya deberíamos ser tod@s conscientes de que estas "instrucciones" no suelen servir para mucho. De hecho, abundan en lo obvio y más bien sirven para desmoralizar un poco más a ls jugadors (y se dicen cosas mucho peores), con nuestro lenguaje corporal en la banda contribuyendo al drama.
     Si queremos mejorar su eficacia conviene asistirles con consignas más precisas en forma de "palabras clave" que desencadenen acciones concretas. Y tanto unas como otras tendremos que haberlas incorporado en los entrenamientos.
     Por ejemplo, si para encuadrar necesitan bajar el centro de gravedad, podemos usar "baja" o "culo"; o "pantalón" o "abajo", para conseguir que focalicen su atención en el tren inferior del rival y eviten levantarse; o "invade"; o "pies vivos" o "pa-pa-pa" una vez hecho el contacto... O, simplemente, "encuadra", si sabemos que con eso provocaremos toda la serie de gestos que buscamos. Etcétera.

La "mesa de DJ" ideada por David Carreras es una curiosa pauta 
para las variaciones que podemos aplicar en los ejercicios.
Alterando parámetros diferentes obtenemos escenarios en los que será necesario usar skills diferentes 
y condicionamos la toma de decisiones.

   Pero tampoco es lo mismo, tras un buen placaje, decir simplemente "buen placaje" que concretar diciendo "bien bajado el centro de gravedad" (o más corto: "bien bajado") o "bien encarada la cadera" ("buena cadera"), puesto que con estas últimas frases ayudamos a fijar la conducta y a darle sentido a una acción que quizás ha sido fortuita. El feedback ha de ser concreto para que sea útil.
     Lógicamente, el vocabulario empleado ha de ser unificado dentro de un equipo y, a ser posible, consensuado. Si cada cual aplica cualquier palabra que se le ocurra, perderán eficacia. Pero, para dar con las palabras clave, antes hay que dar con los elementos clave de cada skill. (3)

+ Establecer objetivos coherentes basados en el proceso de ejecución y  "criterios de éxito" para cada ejercicio.
     Si hemos identificado toda la variedad de gestos que nos interesa y seleccionado algunos para trabajarlos, nuestra meta ha de ser que consigan ejecutarlos correctamente. Pero más importante (y más difícil cuanto más jóvenes) es que ls jugadors interioricen el auténtico objetivo de cada ejercicio.
     Por ejemplo, puede pasar que estemos trabajando la posición de la cadera, o cualquier otro elemento concreto del placaje, pero ls jugadors perciban que lo que practican es "placar" y estén satisfech@s solo con derribar al contrario, aunque no lo hagan de la forma que se esperaba (y ahora costará un poco más convencerles de cómo han de hacerlo). O que al practicar skills de ataque se contenten con conseguir una marca, a pesar de no haber ejecutado bien el proceso. Aunque crean que ha sido un logro, no es lo que buscamos, porque con esa ejecución en absoluto podemos estar seguros de que se salgan con la suya cuando estén presionad@s por rivales en el último minuto de un partido igualado.
     Es decir: el objetivo, el "éxito", no es atrapar el balón, o que llegue a mi compañero, ni derribar al rival, ni hacer marca... sino conseguirlo mediante el uso de la técnica adecuada para asegurar el éxito en la mayoría de situaciones.

     Por eso es tan importante que aprendan a entender (o, mejor, nosotr@s aprendamos a dejar claro) cuáles son los "criterios de éxito" de cada actividad. Es decir, qué buscamos conseguir. No el resultado final (el derribo, la marca) sino el proceso (la ejecución con determinada técnica), porque si este se asienta bien los resultados llegarán y serán consistentes.
     Para conseguirlo debemos ayudarnos con los refuerzos correctos o, por ejemplo, otorgando puntos por acciones concretas, tanto en defensa como en ataque y tanto si el resultado final es, o no, el esperado, en vez de premiar las consecuencias. 
     Tenemos, en fin, un gran cometido en lograr que mantengan el foco atencional hacia los objetivos reales y no hacia los subjetivos.



     En general, no sé hasta qué punto somos conscientes de la cantidad de gestos en los que podemos descomponer las diferentes técnicas o de, más importante aún, cómo gestionarlos. Pero a medida que transcurren entrenos y partidos aplicando una mirada analítica nuestra lista irá aumentado y también iremos variando la prioridad que damos a unos u otros. Sin olvidar que también vamos a estar condicionados por las capacidades de nuestrs jugadors.
     Todas las herramientas que acabamos de ver se derivan de la capacidad de dividir cada destreza en sus componentes, por lo que quiero señalar una vez más su absoluta importancia a la hora de enseñarlas. Ahora bien, como entrenador@s no ha de bastarnos saber cuáles son los gestos necesarios, sino también por qué, es decir, los principios subyacentes. Y, si es posible, debemos enseñárselos también a nuestrs jugadors, porque así tendrán una guía más clara para autoentrenarse y para experimentar.

          *          *          *

     Resumiendo, los principios básicos presentes en la planificación del entrenamiento de los core skills que seproponen aquí son:
  • Universalidad
  • Presión
  • Deconstrucción
     De ellos se deriva la planificación de las sesiones y la mayoría de estrategias con las que las manejamos. Y en la próxima entrada nos centraremos en ello y en su psicología, que, como se ha podido ver, está permanentemente presente. 


     ¿Reconocéis estos principios y estrategias en vuestros planteamientos? ¿Cuáles usáis? ¿Y alguna de manera inconsciente? ¿Cuáles quitaríais o añadiríais? ¿Creéis que están asentados?  ¿Con cuál habéis dado que consideréis poco usad@?

El entrenamiento de destrezas: principios básicos (I)

 In skills we trust. O deberíamos. Por eso aquí intento poner en orden todas las claves del entrenamiento de destrezas observadas y aprendidas aquí y allá. Y ojalá sirva también para originar un intercambio de ideas al respecto, pues eso es lo realmente enriquecedor y uno de los objetivos de este blog.

     Como a mi propio aprendizaje sobre este tema aún le queda mucho recorrido, será interesante volver a esta entrada dentro de un tiempo y comprobar su evolución gracias a nuevos descubrimientos.

Qué entender por destrezas


     Dicho en breve, las destrezas, o skills, son las técnicas (pase, placaje, etc.) ejecutadas bajo presión:

Técnica + Toma de Decisión (bajo presión) = Destreza

     Un skill no es tal si no se puede completar continuadamente bien en un entorno de competición que obligue a tomar decisiones instantáneas.
     La presión,que es la que obliga a tomar decisiones, proviene de fuentes muy variadas. La más común puede ser tener enfrente jugadors rivales cuya intención es evitar que te salgas con la tuya. Pero también aporta presión el tener que ejecutar una técnica en velocidad, una limitación de tiempo espacio, un marcador adverso, un arbitraje inconsistente o (muy importante) la fatiga(1)

     Así pues, una destreza supone la elección de la ejecución más adecuada y la habilidad para llevarla a cabo según las circunstancias inmediatas del juego. Podríamos decir que mientras la técnica es solo el gesto, la destreza es el uso táctico del gesto. Y mientras la primera se adquiere a base de infinidad de repeticiones, la segunda, a base de infinidad de situaciones
     Lo que hemos de buscar ls entrenadors es que nuestrs deportistas adquieran la capacidad de tomar la decisión correcta en cualquier momento, de forma que acaben automatizando la reacción adecuada en toda una variedad de escenarios sin necesidad de pensarla. Es decir, lo que llaman "segunda naturaleza" o "competencia inconsciente". 
     Como suele decirse: no practicar hasta que se haga bien, sino hasta que ya no pueda hacerse mal. (2)

     ¿Y cuáles son las destrezas que trabajamos en rugby? Cada cual tendrá su propia lista con lo que considera esencial para el juego, pero si hablamos de destrezas básicas (o core skills), tenemos fundamentalmente estos cuatro grupos:
  • Pase (y recepción)
  • Placaje
  • Ruck/maul
  • Duelos (1 contra 1 y otras combinaciones)
A las que yo añadiría:
  • Evasión (el llamado footwork o juego de piernas/pies) 
  • Chute/recepción (en juego abierto)
     Por supuesto, hay otras destrezas involucradas en el juego del rugby, pero son solo ejecutadas por especialistas o son exclusivas de determinadas posiciones y tienen lugar con el juego parado. Por sus características entrarían en una clasificación distinta, pero gran parte de los principios aplicados al aprendizaje de las destrezas básicas se aplican también a ellas. (3)

      Son los skills los que permiten crear o aprovechar espacios, desordenar la defensa contraria y, más decisivo aún, mantener la iniciativa.
     Además, las destrezas son la base para las tácticas y estrategias de un equipo, de forma que su plan de juego estará limitado por su mayor o menor dominio de ellas y la mejor estrategia será la que tenga en cuenta sus habilidades y sus limitaciones. O dicho de otra manera: las destrezas permiten a los equipos ampliar sus posibilidades y sin skills las jugadas ensayadas son solo coreografías robotizadas que terminan en fracaso cada vez que surge algo que no estaba planeado (lo cual es bastante frecuente).     
    
Germán Fernández fue el primer entrenador de destrezas de los Pumas.
Su cargo se creó a raíz del asesoramiento de Graham Henry (exseleccionador 
de los All Blacks entonces campeones del mundo), 
quien les aconsejó que debían centrarse en lo básico, es decir, los skills:
si no pasas bien la pelota, les dijo, no hay sistema que funcione.

     
     Darnos cuenta de la importancia capital de los skills, de que es uno de los sustentos del resto del juego, es un primer paso (y el más fácil). El siguiente sería darles el lugar que merecen en nuestras sesiones de entrenamiento. Y, por último, debemos asegurarnos de que aplicamos coherentemente los procesos que maximizan su aprendizaje. Y para ello sirve tener en cuenta los principios que expongo a continuación.

Los principios fundamentales 


     Los que siguen son, para mí, los tres pilares irrenunciables del entrenamiento de las que hemos llamado destrezas básicas. De ellos se deriva la mayoría de claves que le dan forma (algunas las veremos en la segunda parte y otras, en la tercera).
     Entiendo que la gran mayoría de entrenador@s está de acuerdo con la teoría (al menos de forma general), pero creo que no siempre es puesta en práctica de forma sistematizada, o incluso consciente. 
     Insisto en que el debate será agradecido.


UNIVERSALES: PARA TODAS LAS POSICIONES

     Su propio nombre las delata: se denominan destrezas básicas porque tod@s ls jugadors, sin importar su rol en el equipo, han de dominarlas y tenerlas incoporadas en su repertorio elementalEs como el kit de supervivencia para jugar al rugby.
     Desde hace ya décadas cada vez se insiste más en que tod@s ls jugadors han de saber hacer (casi) de todo.  Y esto es más obvio (y necesario) cuanto más joven es un equipo, pero para ls adult@s no ha de ser una excusa la supuesta especialización de sus delanters y trescuartos.  
     El rugby ya no es un recital de música en el que "los delanteros cargan el piano y los trescuartos lo tocan". Cualquiera ha de poder cargar, tocar e incluso componer. Pero a pesar del tiempo que hace que esto ha ido cambiando, no siempre se plasma en la forma de entrenar.

     No hay que convencer a nadie de que es mucho más peligroso un gran delantero que tiene buena técnica de evasión, al igual que una ala con confianza en su técnica de ruck puede evitar que su equipo sea desbordado por un reciclaje rápido. Por ello es conveniente no solo enseñarles las mismas técnicas, sino también mezclarles en los entrenamientos para que las desarrollen en toda su variedad y para acostumbrarse a resolver enfrentamientos con jugadors de todo tipo, ya que eso mismo se encontrarán también en el juego.
    
     Podemos fijarnos en los All Blacks: sus delanteros (casi) siempre consiguen superar la línea de ventaja y avanzar algunos metros cada vez que llevan el balón. Eso no lo consiguen muchos equipos. Eso son skills.


PRESIÓN

     Si las hemos definido como el uso de técnicas bajo presión, entonces es evidente que debemos trabajar las destrezas bajo presión
     ¿Y qué entendemos por "presión"? Pues el conjunto de factores que interfieren en nuestra capacidad para concentrarnos en su proceso de ejecución, causando deterioro en la técnica y en el nivel de desempeño. 

     Para replicar la mayor variedad posible de esos factores en el entrenamiento hemos de recurrir a ejercicios abiertos, en los que el resultado depende de las decisiones que tomen ls jugadors, y juegos modificados, en los que las reglas y los objetivos se adaptan para provocar las situaciones que queremos que aprendan a resolver.
     Como veremos más adelante, los ejercicios cerradoslos que tienen definidio previamente cómo empiezan y cómo acaban (A le pasa a B; A placa a B con el hombro derecho), sí forman parte del entrenamiento de las destrezas. Pero solo pueden hacerlo en una primera fase, en la que se mecaniza el gesto técnico.


Dave Alred era el entrenador a quien el mítico chutador Wilkinson 
debía su destreza y más recientemente ha trabajado con Sexton (derecha), entre otros.
Es un innovador especializado en el rendimiento bajo presión, cuya definición he adaptado de él mismo. 


     Los elementos que permiten condicionar los ejercicios para repercutir en la toma de decisiones pueden ser:
  • El espacio: modificando las dimensiones (o la forma) del terreno de juego favorecemos unos tipos de situaciones sobre otros. Lo que ocurre en un campo estrecho y largo requerirá de unas destrezas distintas a un campo amplio y corto, por ejemplo.
  • La relación de fuerzas: podemos variar los componentes de cada equipo para provocar gestión de superioridades (o inferioridades), ya sean cuantitativas o cualitavias. O según en qué nos centremos podemos facilitar la ejecución a la defensa o al ataque.
  • Inyección de balónsegún cómo pongamos la pelota en juego podemos provocar auténtica magia a la hora de condicionar el desarrollo del ejercicio. Podemos controlar en qué zona se juega, qué equipo tiene ventaja, qué jugadors involucrar... y todo sin decir una palabra.  Y si vamos variando la forma de hacerlo provocamos que ls jugadors se mantengan siempre alerta.
  • Tipo de defensa o de ataquedando consignas sobre lo que una u otra pueden o deben hacer potenciamos el uso de determinadas destrezas o la búsqueda de nuevas soluciones. Por ejemplo, el nivel de defensa que permitamos (tocar, agarrar, placar, recuperar...) favorecerá unos elementos del ataque u otros, según lo que necesitemos trabajar. O limitando el número de pases que se pueden dar forzamos la necesidad de ser más eficientes en ataque.  
  • Tiempolimitar el tiempo con el que finalizar con éxito una secuencia de juego también ayuda a buscar soluciones más eficientes.
  • Marcadorbasta contar en voz alta los puntos (otorgados con el criterio que sea) para despertar en ls deportistas la competitividad. Es decir, para que se sientan presionados. Va muy relacionado con el factor tiempo, ya que la misma diferencia de puntos no es igual a falta de 20 minutos que a falta de uno. Entrenar con marcador ayuda a aprender a gestionar una (des)ventaja.
  • Arbitraje: se puede optar por aplicar un arbitraje poco consistente en los entrenos, de forma que se acostumbren a lidiar con esa situación sin desconcentrarse y también aprendan a leer la forma de arbitrar para usarla a su favor.
  • Fatigano es lo mismo ejercitar las destrezas al comienzo de la sesión que, por ejempo, después del entrenamiento físico. En este último caso generamos una exigencia extra que replicará la que se encontrarán en competición. La mayoría de partidos se decide en los últimos 20 minutos, por lo que es clave estar preparad@s para llegar mentalmente más frescos a esos momentos en los que la toma de decisiones resulta más difícil.  Otra forma de conseguirlo es mediante repetidos intervalos de varios minutos de juego intenso sin paradas.
  • CAOSprobablemente, el mejor escenario para para afilar y poner a prueba la técnica. Favorece el recurso a soluciones más creativas y más rápidas debido al escenario inusual y variable que se encuentran.  Se puede provocar caos de muchas maneras, pero mi favorita es la de inyectar balones sin criterio aparante respecto a dónde, a quién, cuándo, cómo, o incluso cuántos.
     Me gusta pensar que el juego del rugby es caos la mayor parte del tiempo (y, de nuevo, esto es más cierto cuanto más jóvenes son ls deportistas) y que se han de tomar mil decisiones cada segundo. Y ahí las destrezas juegan un papel primordial. Sin ellas no se puede sobrevivir. Primero, porque cuanto más las dominemos más podremos mantener el orden o el desorden, según nos convenga. Porque, segundo, cuanto más desorganizado está el juego más se impone el equipo que domine los skills. Por ello han de incluirse frecuentemente situaciones de juego desestructurado (loco, incluso) en las sesiones de entrenamiento.

     En fin, hay un sinnúmero de formas más o menos originales de recrear el tipo de situaciones que nuestros equipos necesitan trabajar y seguro que cada entrenador/a tenéis las vuestras propias. Aquí tenéis un espacio donde serán bienvenidas si queréis compartirlas.

     El último de los que considero principios básicos, la deconstrucción de las destrezas, lo abordaré en la siguiente entrada por cuestiones de espacio. En la tercera hablaremos sobre la estructura y herramientas para el desarrollo de las sesiones de entrenamiento de destrezas.



lunes, 4 de mayo de 2020

Ganar perdiendo. Perder ganando.

Solo hacía unos pocos meses que habíamos pasado a la categoría alevín y ya parecían una lejana ilusión los tiempos en la escuela del club. Esto se debía al gran salto que se produce en el rugby a esa edad, con tremendos cambios en muchos aspectos. Entre ellos, el que motiva una entrada como esta tiene que ver con el hecho de participar por primera vez en una liga. Y es que no se puede negar que pasar a tener un marcador y una clasificación le da otro aliciente al trabajo de cada semana. En la escuela te diviertes, pero compitiendo tienes otro gusanillo, incluso aunque el objetivo principal siga siendo la formación de ls jugadors.


     Sin embargo, la cosa degenera cuando ese "gusanillo" se vuelve en presión por ganar y hace que ls entrenadors olvidemos nuestras auténticas responsabilidades para con nuestrs deportistas. Tristemente, está muy arraigada la idea de que solo quienes se imponen sobre sus rivales son ganadors, pero la auténtica desgracia se da cuando ls encargads de formar a ls jóvenes nos contagiamos de esa estrechez de miras y se la transmitimos a ell@s, incluso aunque estemos en escuela y no disputemos ninguna competición. 
     Y tengamos esto claro: lo que ls entrenadors creamos se lo transmitiremos inevitablemente a nuestrs jugadors. (1)

     Por supuesto que no hay que engañar a nadie: a tod@s nos gusta la victoria, pero deberíamos creer en otros logros más enriquecedores. Y si nos cuesta centrarnos en ellos haríamos bien en hacernos esta pregunta:

¿Por qué quiero que mi equipo gane?

Probablemente esta simple pregunta saque a relucir algunas disonancias de las que quizás ni éramos conscientes, y nos ofrezca otra perspectiva. Pero si seguimos sin verlo claro, entonces planteémonos esta otra cuestión:

¿Qué estoy dispuest@ a sacrificar para ganar?

Si hemos necesitado la segunda pregunta, posiblemente necesitemos también la aclaración de que los sacrificios que aquí son relevantes tienen que ver con la calidad de la experiencia que proporcionamos a ls muchach@s. Porque recordemos que esto todavía es rugby: ese deporte con tantos valores de los que tanto presumimos tantos, aunque tantas veces sean tan ignorados.


EL MARCADOR Y MUCHO MÁS

  
     Clive Woodward  fue el entrenador que en 2003 llevó a la selección inglesa a ser la única del hemisferio norte que ha conseguido la Copa del Mundo de Rugby.
     Pero incluso con ese objetivo en mente (sin duda, el mayor de los triunfos), Woodward consideraba que un equipo puede vencer a su rival y, aun así, no haber conseguido una auténtica victoria. Y basado en esta filosofía creó un baremos para evaluar si su equipo conseguia 'ganar' o '¡Ganar!' (la mayuscula y los signos de admiración, puestos por él mismo).
Sir Clive Woodward mostrando a 'Bill' tras la final del mundial de 2003.
El título del libro en el que explica su filosofía resume su programa en una palabra (con signos de admiración, recordemos)
que tiene aquí un significado más completo.
     Con ese propósito descompuso el proceso en siete elementos diferentes, de forma que, para él, sabes que estás ¡Ganando! cuando has conseguido:
  1. Más puntos en el marcador (lo obvio).
  2. Un desempeño de alto nivel en los aspectos clave de tu juego (todos mesurables).
  3. Un equipo que responde bien bajo presión (no mesurable).
  4. Una experiencia que se disfruta fuera de la cancha e inspira a todos.
  5. Jugarle y batir a equipos que sabes que pueden ganarte (competitividad).
  6. Hacer aplaudir a ls espectadores con el buen juego del equipo.
  7. Saber que puedes hacerlo regularmente.    
     Cada cual puede añadir o quitar algún objetivo de la lista, priorizar unos u otros, pero ¿quién no querría que su equipo alcanzara estas siete "victorias" y no solo la del tanteo? Entonces ya tenemos seis logros razonables que (muy probablemente) estaremos sacrificando si nuestra única meta es ganar el partido. O, en otras palabras, sacrificando seis formas de enriquecer el desarrollo de nuestrs deportistas. Es decir: seis formas de perder, a pesar de haber ganado.

   Es muy importante darse cuenta de que un hombre como Woodward reservaba en su lista de objetivos un punto para el disfrute de sus jugadores (y del resto de su staff). Pero el punto 5 aporta, para mí, un interesante matiz: no se trata de ganar a cualquier equipo y anotarse una víctima más.
     Trasladado a las categorías formativas, tod@s hemos podido comprobar que un partido que termina 100-0 realmente nunca llegó a disputarse. En un encuentro con el marcador tan desequilibrado la victoria nunca habrá estado en riesgo, pero sí el aprendizaje, tanto en un lado como en el otro. Por ello, deberíamos relativizar nuestros logros, pero también nuestros objetivos. Sobre todo si nos imponemos abrumadoramente a un conjunto inferior para caer después ante un rival de nivel similar al nuestro. (2) 


LOS MEDIOS ANTES QUE LOS FINES


El ejemplo en el que nos fijamos ahora es el de Bill Walsh, que en los años 80 se convirtió en una leyenda como coach de fútbol americano. Recaló en los San Francisco 49ers cuando esta era la peor franquicia de la NFL y la llevó a establecerse como una "dinastía", consiguiendo 4 anillos de campeones en menos de una década. (3)
     Su enfoque a la hora de dirigir a su equipo no ponía el énfasis en el objetivo final (el partido, el título), sino en los procesos mediante los que han de conseguirlo. Su filosofía se basaba en perseguir la excelencia en el desempeño de todas las tareas que rodeaban a la preparación del equipo. Y se refería exactamente a todas las tareas, ¡empezando por cómo las secretarias de la franquicia respondían al teléfono!
     Esto era así porque cada detalle contribuye a formar la cultura y el carácter de un grupo y, como él mismo decía, la cultura precede a los resultados positivos: solo actuando como campeones se llega a ser campeones. (4)

     Cuando todo está en su sitio, cuando todo el mundo da lo mejor, solo queda vencer o seguir mejorando. De ahí que el objetivo de Walsh fuera que alcanzaran la excelencia (en técnica y conducta). Y por ello entendía que su prioridad era enseñar (!), para poder mejorar el rendimiento de sus hombres, de forma que ganar se convirtiera en una mera consecuencia de la actitud y el trabajo de todos.
     Comprendía que cuando ls jugadors se centran en hacer las cosas bien pueden despreocuparse del marcador, porque este ya se ocupará de si mismo. "Que el rival se preocupe de eso".


La filosofía de Bill Walsh, igualmente resumida en el título de su libro (póstumo). El mítico entrenador de baloncesto John Wooden también la hizo suya: el marcador se ocupará de sí mismo cuando tú te ocupes del esfuerzo que precede al marcador, escribió.
Es una excelente consigna para transmitirle a nuestros jugadores.









     

DE VUELTA A LA TIERRA

  
   Puede parecer contradictorio apelar al ejemplo de profesionales que, precisamente, lo ganaron todo, pero realmente la paradoja estaría en que, a pesar de esos logros y de ser profesionales a los que pagaban precisamente para ganar, sus enfoques eran más amplios y enriquecedores.
Trasladémoslo a las escuelas de rugby, donde el objetivo no suele ser ese (¡en algunas edades ni siquiera se cuentan los puntos!) y menos aún se paga a ls formadors para conseguirlo: ¿por qué fomentar, pues, esa necesidad entre nuestrs chics? Si los grandes profesionales que aspiran al número uno saben ver más allá del resultado; ¿cómo podríamos nosotrs, cuyo cometido es formar a deportistas jóvenes, justificar la estrechez de miras de tenerlo como principal referencia?

Un poco más de perspectiva aún. Hace poco el exseleccionador argentino Daniel Hourcade estuvo por nuestras tierras y lanzaba una pregunta reveladora: ¿quién se acordará dentro de tres años de qué equipo ganó un campeonato juvenil regional? Exacto: nadie. Sin embargo, continuaba, dentro de 20 años sí que podremos ver en qué tipo de personas se habrán convertido ls jugadors que tuvimos a nuestro cargo y qué influencia ejercimos en ell@s. Y eso es lo que debería importarnos más que nada.

Pero la realidad es que el objetivo de ganar suele establecerse para satisfacer el ego del/la entrenador/a, aunque sea de forma inconsciente, en vez de priorizar el aprendizaje para sus pupil@s. Como si fuera a conseguir una prima, mayor prestigio, o que le fiche el club de sus sueños.
Por eso, al preguntarnos ‘¿para qué quiero ganar?’, lo primero que nos venga a la mente será un fiable indicador: ¿tiene que ver con nuestra sensación de triunfo?, ¿con el beneficio para toda mi plantilla?

Recordemos que la experiencia nos ha mostrado muchas veces que cuando todo se basa en los resultados y a ls jugadors se les transmite que vencer es lo importante, los valores deportivos son sacrificados. Se abre la puerta a la aparición de “estrellas”, a la indisciplina, a las excusas, al juego sucio y a otras actitudes poco ejemplares y que nos gusta asociar a otros deportes sintiéndonos superiores.
Cuando esto ocurre estamos abdicando de nuestra responsabilidad y defraudando a ls muchachs que tenemos a nuestro cargo.

     No se comprende a estas alturas de siglo XXI, tras tantos años poniéndose el foco en una (ya no tan) "nueva" pedagogía, que aún quede alguien por convencer y que defienda el llamado enfoque centrado en el entrenador, perjudicando la formación de sus deportistas.

     Pero, ay, quienes ya estamos convencids tampoco estamos libres de cometer pecados similares y no siempre demostramos tener claro que todo esto lo hacemos por ell@s y no por nosotrs. (5)


Las palabras de Hourcade resultan muy confortantes para quienes creemos en esto por tratarse de un referente de enorme talla (y no es el único). Entre otras cosas, reafirma la importancia y dificultad de nuestro papel como formadors (en cambio, su rol era muy sencillo, explica: si no le gustaba un jugador lo cambiaba por otro), puesto que 
lo más importante es ayudar a ls jugadors a formarse como personas. 


LA RESISTENCIA CONTRA LA TIRANÍA


Abstraerse de lo que dicta el marcador no es tan fácil como decirlo: nos gusta ganar. Sin duda es algo gratificante por sí mismo. Y además está la creencia de que se nos valorará según los tanteos que cosechen nuestrs jugadors. Como si la valía de una maestra se midiese por las notas de sus alumnos.
Esto se explica en gran medida por la cultura exitocéntrica en la que vivimos, pero debemos esforzarnos por crear una cultura propia, más edificante, en el entorno en el que tengamos influencia. Merece la pena, aunque sea una burbuja en el océano.

Creo que disponemos de dos poderosas armas para conseguirlo y, entre todos, oponerle resistencia a la tiranía del resultado, pero tendremos que afilarlas un poco.

Cohesión


Esta se forja a base de grandes cantidades de comunicación. Cuando la información (útil) fluye abundante y eficazmente entre todos los grupos de una entidad y en todas direcciones se fortalece la cohesión y se logran consensos que la apuntalan.
Pero cuando se escatima en este aspecto, los resultados, publicados cada semana, son la única información que los demás reciben, incluso dentro del propio club, sobre el desempeño de cada categoría. Por eso se puede caer en la convicción de que es la única forma en que el trabajo de cada semana será valorado.

En cambio, en un entorno cohesionado habrá una cultura de grupo sólida, con objetivos, principios y forma de trabajar compartidos. También habrá un continuo intercambio entre entrenadors de los distintos grupos y con sus coordinadors, e incluso con la masa social. Este feedback continuo es esencial para la cooperación y el acierto en las soluciones.
Por último, la cohesión favorece que la gente se interese por los diferentes equipos de su club y no solo por aquellos a los que esté directamente vinculada. Y que acuda a verlos jugar y que conozcan y se interesen por sus circunstancias y no solo su clasificación. (6)

Empatía


A veces no mostramos la empatía suficiente hacia nuestrs colegas en los banquillos. Así de simple. No diré que sea la norma, pero en ocasiones me asombra lo fácil que nos parece resolver los problemas de plantillas que no son la nuestra.
En muchos partidos puede oírse cómo cualquier míster presente ha dado fácilmente con las claves para mejorar el juego de ls que están en el campo. Pareciera que, si les dejaran, en un par de sesiones resolverían todas sus carencias, independientemente de si son capaces de conseguirlo con sus propios jugadors. ¿No lo hemos vivido tod@s alguna vez (o muchas)?

No hace falta decir que cada grupo de deportistas tiene sus particularidades y quienes mejor las conocen son sus responsables, y también cómo trabajan cada semana y con qué objetivos y cuál es su evolución. Pero por encima de todo, llevar un equipo de rugby no es una tarea sencilla y eso es algo que aprendemos en nuestras carnes. Por eso, no tendríamos que ver tan claro lo que ls demás necesitan y sí interesarnos más por conocer sus circunstancias. Así fomentaremos la cooperación (¡y el aprendizaje!), en vez de la competencia y la crítica estéril..


Estoy convencido de que usando estas dos armas (o herramientas) estaremos ayudándonos entre tod@s a no caer en el resultadismo, a crear un entorno en el que nadie se sienta (so)juzgado por un marcador o una clasificación, que es una de las razones por las que algún@s se someten a su tiranía.
 Y lo mejor es que estas armas tienen la propiedad de afilarse más cuanto más se usan.

Dialoguemos más. Sentenciemos y alardeemos menos. Preguntemos mucho más y no creamos que si un/a colega nos consulta es porque sabe menos que nosotrs: dudar no es síntoma de ignorancia, sino de aprendizaje. Intercambiemos nuestras experiencias en esto de intentar enseñar un deporte a nuestros equipos, además de valores, y mantenerlos motivados y unidos (casi nada). Tengamos siempre presente que no es fácil y que no hay receta mágica. Escuchemos.

En la última gira de los Lions (2017) la serie de tests acabó con una victoria para los All Blacks, otra para los británicos y un empate. ¿Resultado global?: empate.
Que se contemple esta posibilidad (prescindiendo de jugar prórroga o contar puntos a favor y en contra) y disfruten ambos equipos del trofeo me parece de lo más grande que nos ofrece el rugby: no siempre ha de haber un ganador y un perdedor. (*)


El objetivo de este post solo puede ser invitar a reflexionar. Un granito más para ayudar a extender un entorno más adecuado para enseñar y aprender (y aquí hablo de nosotrs). Estaría bien, entre tod@s frenar esa tendencia en la que cada vez reconozco menos al rugby. Pero primero nos lo hemos de creer nosotr@s mism@s.
Y como ganar y perder tienen mucho que ver con las expectativas, aprender a establecer objetivos adecuados ha de ser también una de nuestras prioridades.

     Sé que much@s comparten esta forma de pensar. Y al conocer la “teoría” la mayoría podemos pensar que estamos vacunads, pero no es así. Hay una manera muy sencilla de comprobarlo: preguntando a un/a colega cómo va su equipo, qué tal le va con sus chic@s (así, en general). Fijaos cuánt@s responden refiriéndose a marcadores y clasificaciones. Demasiado a menudo tengo que volver a hacer la pregunta porque esa respuesta no es la que me interesa.
     Y esa es la prueba del 9 (o del 8 y medio, por lo menos). Ahí se evidencia cuál es la principal preocupación de cada entenador/a. ¿Qué respuesta crees que darías? Recurrir al feedback de nuestrs compañers puedes sernos útil. (7)


*              *              *

Más arriba hemos dicho que nadie se acordará de quién ganó el campeonato juvenil de tal o cual año. Ahora puedo decir que eso es mentira: lo recordarán los miembros del equipo. Y como ese triunfo no pervivirá en ninguna crónica del deporte, les debemos que cada un@ de ell@s pueda sentirse orgullos@ de lo que aprendió y emocionarse con los recuerdos de la experiencia. Conseguir que sea un triunfo de todo el grupo, a base de trabajo, pero disfrutando.
     Y tanto el aprendizaje como el recuerdo podrán ser igual de satisfactorios incluso sin haber logrado ninguna gran victoria, siempre y cuando esa no fuese la única meta. Porque hay mucho que ganar, incluso perdiendo. Y viceversa.

     Se suele decir en el mundillo (para quien quiere escucharlo) que el mayor logro de un/a entrenador/a es que sus jugadors vuelvan la temporada siguiente. Pero como tantos personajes exitosos han dejado tantas citas en la misma línea que este post, no me resisto a utilizar una que lo expresa mucho mejor:


El éxito se mide por la cantidad de ojos
que brillan a tu alrededor (8)


     ¿Has reconocido alguna de las situaciones expuestas? ¿Te convence tanto la "teoría" como convence tu práctica? ¿Tus jugadors son conscientes de que hay otras formas de "ganar"? ¿Qué crees que les transmiten tus decisiones y tus actitudes? ¿Respetamos a ls árbitros tanto como les decimos a nuestrs jugadors que les respeten? ¿Si el objetivo de tu equipo es ganar, os convertís en perdedores cuando no lo conseguís?



jueves, 18 de abril de 2019

Talento... ¿Qué talento?

      Una vez, en un amago de encuesta improvisada e informal, pregunté a ls chic@s del equipo qué compañers pensaban que tenían más talento jugando al rugby. La siguiente pregunta fue qué compañers creían que se esforzaban más.
No fue ninguna sorpresa que las dos respuestas fueran casi idénticas, porque, obviamente, NO es una casualidad. De lo que tenía que darse cuenta la muchachada es de que hay una relación entre el “talento” (sea lo que sea eso) y el esfuerzo; y ell@s deberían sacar la conclusión de que lo primero es consecuencia de lo segundo. Y si no es así, entonces… ¿qué sería el talento?

Llevo un tiempo intentando encontrar una cita que leí hace años. Un reconocido entrenador de rugby decía algo así como que no creía en el talento natural porque no había sabido de ningún bebé que nada más nacer pudiera hacer un pase de 10 metros con spin. Sabemos que estaba exagerando, pero también sabemos a qué se refiere: que no se nace con talento, sino que se llega a tener talento. Así que hay expertos en rugby también afirman que el talento es algo que se puede entrenar. Y eso son muy buenas noticias para tod@s. (1)
Algunos autores que no tienen nada que ver con nuestro deporte afirman que existe una "ley de las 10.000 horas", según la cual esta sería la cantidad aproximada de tiempo de práctica que se requiere para alcanzar la maestría en algo (2). Es decir, más gente cree que el talento se alcanza con trabajo.
Pero no corráis a hacer cuentas de las horas que lleváis para saber qué día exacto alcanzaréis la gloria. Aun suponiendo que esa ley sea cierta, no bastaría con acumular entrenamientos, uno tras otro, hasta llegar a la cifra mágica. Por eso ahí va una advertencia: no valdrá cualquier práctica. O dicho de otro modo: no vale practicar de cualquier manera. Es necesaria una ‘práctica deliberada’, de la cual hablaremos más adelante.

Cada entrenamiento tiene su propósito y sus criterios de éxito. Atente a ellos para que sea más útil en tu desarrollo.

Lo que marca diferencias


Tras decir esto, me vienen a la cabeza algunos entrenamientos técnicos. Resulta fascinante comprobar cómo hay jugadors que no aciertan a realizar de forma aceptable un gesto sencillo, aunque ell@s sean perfectamente capaces. Ni descomponiéndolo en elementos básicos aislados e imitándolos tras una demostración. O quizás el gesto en sí lo hacen bien, pero con un balón en la mano ya no (o añadiendo cualquier elemento sencillo al elemento básico previo) (3).
Observando estas situaciones se puede ver que algunas acciones totalmente al alcance de cualquiera solo son ejecutadas a la primera por alguns, mientras que otrs no lo hacen razonablemente bien tras varias sesiones.
Se comprueba, pues, cómo alguns jugadors son capaces de aprovechar mejor su tiempo de práctica. Y ahí es donde se ven las auténticas diferencias entre un@s y otr@s. Pero, ¿es eso talento? Si no lo es, para mí se empieza a aproximar.

Es muy interesante ver que grandes expertos vienen coincidiendo en que la cualidad más importante que debería desarrollar una persona es su capacidad para mantener la atención. Es decir, centrarse en una tarea o poder esforzarse para conseguir una recompensa futura mayor que la que se puede conseguir de forma inmediata (por ejemplo: no hacer el ejercicio de la forma fácil, sino de la forma que me ayudará más en mi desarrollo).
De hecho, ¡mucho ojo a esto!, algunos estudios muy interesantes revelan que la capacidad para mantener la atención es mucho más importante que el coeficiente intelectual a la hora de predecir el futuro éxito de un/a niñ@.

Y ahora me gustaría que volvierais a leer esto último y dejarais que calara bien la idea.

Tira adelante con fuerza y te ovidarás de si tienes "talento" para el rugby o no.

  
Entonces, todo va cuadrando. Entre la observación cotidiana de los entrenamientos y las teorías de los que saben de verdad de esto podemos ir intuyendo lo que creo que deberíamos considerar un auténtico “talento para el rugby”: ni más ni menos que saber centrarse en la tarea durante su entrenamiento. Con lo que estaríamos aprovechando realmente las horas de práctica para poder alcanzar las mágicas 10.000. No hay más.
 Bueno, sí. Hay algo más.Veamos. 

En la receta para el éxito hay en realidad un puñado de ingredientes. Entre ellos, no pretendo negarlo, está también la predisposición natural de un individuo para desempeñarse bien en un deporte. Sin embargo, se trata solo de un punto de partida, y es la combinación de todos los elementos lo que cuenta.
Es cierto, cada cual tenemos una genética, pero también influye el ambiente en el que crecemos (entorno familiar, económico, social…); y ls entrenadors, ls compañers, el club…; influye el tiempo que le dediquemos a la práctica, pero también la calidad de esa práctica; e incluso también influye la suerte, así que fíjate tú.
Que quede claro: las “capacidades innatas” se quedan atrofiadas si no se las pone a trabajar. Desde el sofá de casa nadie ha llegado lejos en el rugby. 

Lo que pretendo aquí es daros mi propia lista de los componentes que determinan el éxito en el rugby (y normalmente en la vida), basada en lo que he podido ir observando desde que entreno a muchach@s. Lo mejor de todo es que la integran solo algunas cualidades que podemos controlar nosotr@s mism@s con algo de práctica:

1. Mantener la atención

Ya hemos hablado de la capacidad para centrarse en la tarea. Es básica. Su carencia la delata, por ejemplo, el hecho de no saber hacer dos gestos sencillos seguidos, aunque sepamos hacer ambos por separado. Y muy importante: no recordar cuál es el criterio de éxito de un ejercicio. Es decir, lo que hay que conseguir hacer para que se considere que ha salido bien. Por ejemplo, cuando queremos hacer el ensayo a toda costa, arrastrando a cinco defensas, pero resulta que en el ejercicio era obligatorio hacer dos pases de 5 metros para dar validez a la marca.

2. Autoexigencia

Explicado en pocas palabras: echarle ganas. Cantidad de veces se pueden ver jugadors que no atrapan un balón simplemente porque no han corrido todo lo que podían para llegar a él. O que optan por “comerse” las esquinas al dar una vuelta al campo… No es que no puedan conseguir hacer las cosas, sino que optan por ahorrarse el esfuerzo.
Esto resulta bastante dramático y destructivo, porque están escatimándose una fácil oportunidad de mejorar. También impiden formarse el hábito, o incluso la ‘memoria muscular’, que tanta falta hará cuando haya que emplearse bajo presión. Además, se están privando de la ocasión de lanzarse un mensaje positivo que tenían al alcance, cambiándolo por uno negativo.
Fijaos todo lo que se provoca a sí mism@ alguien que rechaza hacer ese pequeño esfuerzo, así que la próxima vez obligaos a no guardaros nada: llegad a ese balón, haced las diez flexiones enteras. Veréis como eso hará también que mejoréis en el el apartado que viene a continuación.

Corre todo lo que puedas para llegar y no podrás preocuparte de si tienes "talento" para el rugby o no.

 3. Autoeficacia (4) 
Cuidado aquí. Se trata de la confianza que un/a jugador/a tiene en sus propias capacidades. Las actitudes que delatan falta de autoeficacia y sus consecuencias pueden ser bastante similares a las de la falta de autoexigencia.
Veremos un par de ejemplos de baja autoeficacia:
- Un/a jugador/a que va a intentar un chute a palos, pero dejando bien claro a todo el mundo que apenas se va a esforzar. De esta manera nadie podrá reírse de él/ella por haber “fracasado”.
- Más sutil es cuando está a punto de completar una acción correctamente, pero en el último momento la “aborta” y no consigue culminarla. Por ejemplo: encuadra, golpea con el hombro, va a cerrar los brazos alrededor de las piernas... Y entonces le suelta.

En ambos casos, ls jugadors implicads tienen unas creencias que les impiden tener un buen rendimiento y mejorar. Y los dos son realmente dramáticos. El primero, porque a la creencia de no verse capaz se suma la creencia de que ls demás van a juzgarle y entre ambas lo único que se consigue es estancarse y no mejorar (con toda la rueda de automensajes negativos que también conllevará). El segundo ejemplo es doloroso porque queda claro que sí es capaz, pero su falta de confianza le hace recular justo antes de poder demostrárselo a sí mism@. Y, por supuesto, al no completar con éxito la acción se sentirá más convencido aún que antes de que no es capaz. Un drama.

Ls muchach@s tienen una cantidad de convicciones (a menudo erróneas) incrustadas en la mente que les hacen formarse una imagen de sí mismos y de su relación con los demás. Las creencias pueden ser limitantes o proporcionar oportunidades y es importantísimo que reciban los mensajes adecuados y que también aprendan a darse a sí mism@s mensajes positivos (5). 
Volved a leer también esto último, por favor. Es crucial y el tema merecería ser tratado en profundidad en otras entradas.

4. 'Práctica deliberada'

También lo hablábamos antes: para mejorar no vale con entrenar de cualquier manera, sino que hemos de convertirlo en lo que llaman ‘práctica deliberada’ (aunque yo prefiero llamarla ‘práctica orientada’). Y para poder considerarla así deberá cumplir, al menos, estos requisitos:
- Ha de estar pensada (o diseñada) para mejorar el rendimiento. Esto significa, primero de todo, adquirir ese propósito. Además, probablemente necesitará la guía de un/a entrenador/a y será necesario aislar los elementos específicos que requieran mejora.
- Ha de ser exigente: si nos manejamos dentro de nuestros límites, estos nunca se expandirán. Pero también significa que no ha de ser solo diversión.

Lucha por cada balón para tu equipo y no te plantearás si tienes "talento" para el rugby o no.


Entonces, la cosa queda en que enfocar nuestra atención, exigirnos todo lo que podamos dar, crearnos unas creencias positivas razonables sobre nosotrs misms y entrenar de forma provechosa nos asegurará una auténtica progresión en el rugby. Y, por supuesto, en la vida. ¿Queréis que llamemos esta mezcla “talento? (6)

Pues aún nos queda una sorprendente revelación más.

Resulta que hay una sencilla herramienta que nos facilita conseguir mejorar en estas cuatro capacidades (¡todas ellas!): el establecimiento de objetivos. Puede que a alguien le suene, porque lo tratamos en profundidad en esta entrada. Os sugiero que le echéis un ojo (otra vez, espero) y reflexionéis sobre cómo creéis que los objetivos pueden ayudarnos a conquistar las cuatro dimensiones de lo que aquí hemos definido como talento.

      No perdamos el “norte”


Si todavía hay alguien a quien no le convencen estas cuatro cualidades como sustitución del talento ni nada de nada; que sigue pensando que el talento está ahí y tenerlo o no tenerlo nos determina para los restos; si aún hay gente que piensa que se tiene o no se tiene y punto, aparte de creer que se equivoca, voy a decirle que tenemos aún más buenas noticias.

Pongamos que es verdad. Que hay quien lo tiene y quien no. Que solo algun@s nacieron bendecid@s con unas dotes superiores para el rugby. Venga, voy a hacer ver que estoy de acuerdo por un momento…. Pues aun suponiendo que sí, que existe el talento para el rugby y que solo algún@s lo tienen, hay que decir que no es, en absoluto, necesario.
De hecho, hace un tiempo que circula por internet, y de vez en cuando vuelve a emerger, una lista de "cosas” que no requieren ningún talento. Y no son precisamente tonterías. Espero que estéis preparad@s, porque allá va:

Muestro la lista también en inglés por si alguien aprecia matices que se pierdan en la traducción.

 Como veis, todas estas cualidades nos pueden servir para la vida en general, pero la mayoría también sirven para el rugby (¡qué interesante la número 8!).
Échales un ojo y si sigues creyendo que tú no tienes “eso” que hace falta (llámalo como quieras), te invito a reflexionar: ¿Han de esperarte al comenzar un entreno, o siempre que puedes llegas con tiempo? ¿Muestras buena actitud en lo que haces? ¿Qué tal es tu lenguaje corporal? ¿Das siempre un poco más, o te ahorras algunos esfuerzos?...

Relacionadas exclusivamente con el rugby hay también una serie de acciones más concretas, que tampoco requieren talento, a pesar de ser totalmente fundamentales. Se llaman ‘acciones norte’ precisamente porque ‘NO Requieren Talento Específico’ (NO.R.T.E.) (7). Es decir, que las puede hacer todo el mundo (si le pone ganas). ¿Cuáles son?:
- Correr: no ir andando, sino ir todo lo deprisa que se pueda a donde haga falta.
- Levantarse: no quedarse en el suelo más tiempo del necesario y hacer el esfuerzo de ponerse en pie lo antes posible para ser útil.
- Anticiparse: estar preparads para lo que viene inmediatamente. Hemos comprobado infinidad de veces que ls jugadors ya saben lo que va a ocurrir en los próximos 2 segundos. Sin embargo, la gran diferencia está entre quienes ‘actúan’ ante lo que va a pasar y quienes ‘reaccionan’ ante lo que ya está pasando. Es decir, tomar la iniciativa.
- Recolocarse: donde se pueda ser más útil para el equipo, en vez de remolonear donde poder “esconderse” o quedarse mirando.
- Comunicar: tod@s tenemos boca para hablar y tod@s tenemos la capacidad para gritar para que se nos oiga bien.

¿Y qué significa que ninguna de estas acciones requieran ningún talento? Pues ni más ni menos que si no las hacemos es solamente porque somos nosotr@s quienes elegimos no hacerlas.
¿Te levantas del suelo en seguida para ir a placar a otr@ rival? ¿Vas siempre corriendo a apoyar? ¿Tus compañers oyen bien lo que les tienes que decir?...


Plantéate primero si cumples con los diez puntos de la lista y con las acciones norte. Y si no es así, entonces no puedes decir que el talento existe y que tú no lo tienes.
Ve al campo a entrenar y comienza a aplicarte con todas estas actitudes que no requieren ningún don especial y entonces veremos. Algo me dice que, de repente, empezarás a creer que tienes ese dichoso “talento” para el rugby.