Una vez, en un amago de encuesta
improvisada e informal, pregunté a ls chic@s del equipo qué compañers pensaban
que tenían más talento jugando al rugby. La siguiente pregunta fue qué compañers
creían que se esforzaban más.
No fue ninguna sorpresa que las dos
respuestas fueran casi idénticas, porque, obviamente, NO es una casualidad. De
lo que tenía que darse cuenta la muchachada es de que hay una relación entre el “talento” (sea lo que sea eso) y el
esfuerzo; y ell@s deberían sacar la conclusión
de que lo primero es consecuencia de lo segundo. Y si no es así,
entonces… ¿qué sería el talento?
Llevo un tiempo intentando encontrar
una cita que leí hace años. Un reconocido entrenador de rugby decía algo así
como que no creía en el talento natural porque no había sabido de ningún bebé
que nada más nacer pudiera hacer un pase de 10 metros con spin.
Sabemos que estaba exagerando, pero también sabemos a qué se refiere: que no
se nace con talento, sino que se llega a tener talento. Así que hay
expertos en rugby también afirman que el talento es algo que se puede entrenar.
Y eso son muy buenas noticias para
tod@s. (1)
Algunos autores que no tienen nada que
ver con nuestro deporte afirman que existe una "ley de las 10.000 horas",
según la cual esta sería la cantidad aproximada de tiempo de práctica que se
requiere para alcanzar la maestría en algo (2). Es decir, más gente cree que el talento se
alcanza con trabajo.
Pero no corráis a hacer cuentas de las
horas que lleváis para saber qué día exacto alcanzaréis la gloria. Aun
suponiendo que esa ley sea cierta, no bastaría con acumular entrenamientos, uno
tras otro, hasta llegar a la cifra mágica. Por eso ahí va una advertencia: no valdrá cualquier práctica.
O dicho de otro modo: no vale practicar de cualquier manera. Es necesaria
una ‘práctica deliberada’, de la cual hablaremos más adelante.
Cada entrenamiento tiene su propósito y sus criterios de éxito. Atente a ellos para que sea más útil en tu desarrollo. |
Lo que marca diferencias
Tras decir esto,
me vienen a la cabeza algunos entrenamientos técnicos. Resulta fascinante
comprobar cómo hay jugadors que no aciertan a realizar de forma aceptable un
gesto sencillo, aunque ell@s sean perfectamente capaces. Ni descomponiéndolo en elementos básicos aislados e imitándolos
tras una demostración. O quizás el gesto en sí lo hacen bien, pero con un balón
en la mano ya no (o añadiendo cualquier elemento sencillo al elemento básico
previo) (3).
Observando estas situaciones
se puede ver que algunas acciones totalmente al alcance de cualquiera solo son ejecutadas a la primera por
alguns, mientras que otrs no lo hacen razonablemente bien tras varias sesiones.
Se comprueba,
pues, cómo alguns jugadors son capaces
de aprovechar mejor su tiempo de práctica. Y ahí es donde se ven las auténticas
diferencias entre un@s y otr@s. Pero, ¿es eso talento? Si no lo es, para mí
se empieza a aproximar.
Es muy interesante ver que grandes
expertos vienen coincidiendo en que la
cualidad más importante que debería desarrollar una persona es su capacidad
para mantener la atención. Es decir, centrarse en una tarea
o poder esforzarse para conseguir una recompensa futura mayor que la que
se puede conseguir de forma inmediata (por ejemplo: no hacer el ejercicio de la
forma fácil, sino de la forma que me ayudará más en mi desarrollo).
De hecho, ¡mucho ojo a esto!, algunos
estudios muy interesantes revelan que la
capacidad para mantener la atención es mucho más importante que el coeficiente
intelectual a la hora de predecir el futuro éxito de un/a niñ@.
Y ahora me gustaría que volvierais a
leer esto último y dejarais que calara bien la idea.
Tira adelante con fuerza y te ovidarás de si tienes "talento" para el rugby o no. |
Entonces, todo va cuadrando. Entre la observación cotidiana de los entrenamientos y las teorías de los que saben de verdad de esto podemos ir intuyendo lo que creo que deberíamos considerar un auténtico “talento para el rugby”: ni más ni menos que saber centrarse en la tarea durante su entrenamiento. Con lo que estaríamos aprovechando realmente las horas de práctica para poder alcanzar las mágicas 10.000. No hay más.
Bueno, sí. Hay algo más.Veamos.
En la receta para el éxito hay en realidad un puñado de ingredientes. Entre ellos, no pretendo negarlo, está también la predisposición natural de un individuo para desempeñarse bien en un deporte. Sin embargo, se trata solo de un punto de partida, y es la combinación de todos los elementos lo que cuenta.
En la receta para el éxito hay en realidad un puñado de ingredientes. Entre ellos, no pretendo negarlo, está también la predisposición natural de un individuo para desempeñarse bien en un deporte. Sin embargo, se trata solo de un punto de partida, y es la combinación de todos los elementos lo que cuenta.
Es cierto, cada cual tenemos una
genética, pero también influye el ambiente en el que crecemos (entorno
familiar, económico, social…); y ls entrenadors, ls compañers, el club…;
influye el tiempo que le dediquemos a la práctica, pero también la calidad de
esa práctica; e incluso también influye
la suerte, así que fíjate tú.
Que quede claro:
las “capacidades innatas” se quedan atrofiadas si no se las pone a trabajar.
Desde el sofá de casa nadie ha llegado lejos en el rugby.
Lo que pretendo aquí es daros mi propia lista de los componentes que determinan el éxito en el rugby (y normalmente en la vida), basada en lo que he podido ir observando desde que entreno a muchach@s. Lo mejor de todo es que la integran solo algunas cualidades que podemos controlar nosotr@s mism@s con algo de práctica:
Lo que pretendo aquí es daros mi propia lista de los componentes que determinan el éxito en el rugby (y normalmente en la vida), basada en lo que he podido ir observando desde que entreno a muchach@s. Lo mejor de todo es que la integran solo algunas cualidades que podemos controlar nosotr@s mism@s con algo de práctica:
1. Mantener la atención
Ya hemos hablado de la capacidad para centrarse
en la tarea. Es básica. Su carencia la delata, por ejemplo, el hecho de no
saber hacer dos gestos sencillos seguidos, aunque sepamos hacer ambos por
separado. Y muy importante: no recordar cuál es el criterio de éxito de un ejercicio.
Es decir, lo que hay que conseguir hacer para que se considere que ha salido bien.
Por ejemplo, cuando queremos hacer el ensayo a toda costa, arrastrando a cinco
defensas, pero resulta que en el ejercicio era obligatorio hacer dos pases de 5
metros para dar validez a la marca.
2. Autoexigencia
Explicado en pocas palabras: echarle ganas. Cantidad de veces se
pueden ver jugadors que no atrapan un balón simplemente porque no han corrido
todo lo que podían para llegar a él. O que optan por “comerse” las esquinas al
dar una vuelta al campo… No es que no puedan conseguir hacer las cosas, sino
que optan por ahorrarse el esfuerzo.
Esto resulta bastante dramático y
destructivo, porque están escatimándose una fácil oportunidad de mejorar.
También impiden formarse el hábito, o incluso la ‘memoria muscular’, que tanta
falta hará cuando haya que emplearse bajo presión. Además, se están privando de
la ocasión de lanzarse un mensaje positivo que tenían al alcance, cambiándolo
por uno negativo.
Fijaos todo lo que se provoca a sí
mism@ alguien que rechaza hacer ese pequeño esfuerzo, así que la próxima vez obligaos a no guardaros nada: llegad a
ese balón, haced las diez flexiones enteras. Veréis como eso hará también que
mejoréis en el el apartado que viene a continuación.
Corre todo lo que puedas para llegar y no podrás preocuparte de si tienes "talento" para el rugby o no. |
Cuidado aquí. Se trata de la confianza que un/a jugador/a tiene en
sus propias capacidades. Las actitudes que delatan falta de autoeficacia y
sus consecuencias pueden ser bastante similares a las de la falta de
autoexigencia.
Veremos un par de ejemplos de baja
autoeficacia:
- Un/a jugador/a que va a intentar un
chute a palos, pero dejando bien claro a todo el mundo que apenas se va a
esforzar. De esta manera nadie podrá reírse de él/ella por haber “fracasado”.
- Más sutil es cuando está a punto de
completar una acción correctamente, pero en el último momento la “aborta” y no consigue culminarla. Por ejemplo: encuadra, golpea con el hombro, va a cerrar
los brazos alrededor de las piernas... Y entonces le suelta.
En ambos casos, ls jugadors implicads tienen unas creencias que les impiden tener
un buen rendimiento y mejorar. Y los dos son realmente dramáticos. El
primero, porque a la creencia de no verse capaz se suma la creencia de que ls
demás van a juzgarle y entre ambas lo único que se consigue es estancarse y no mejorar (con toda la rueda de automensajes negativos que también conllevará).
El segundo ejemplo es doloroso porque queda claro que sí es capaz, pero su
falta de confianza le hace recular justo antes de poder demostrárselo a sí
mism@. Y, por supuesto, al no completar con éxito la acción se sentirá más convencido aún que antes de que no es capaz. Un drama.
Ls muchach@s tienen una cantidad de convicciones
(a menudo erróneas) incrustadas en la mente que les hacen formarse una imagen
de sí mismos y de su relación con los demás. Las creencias pueden ser limitantes o proporcionar oportunidades y es
importantísimo que reciban los mensajes adecuados y que también aprendan a
darse a sí mism@s mensajes positivos (5).
Volved a leer también esto último, por
favor. Es crucial y el tema merecería ser tratado en profundidad en otras
entradas.
4. 'Práctica deliberada'
También lo hablábamos antes: para
mejorar no vale con entrenar de cualquier manera, sino que hemos de convertirlo
en lo que llaman ‘práctica deliberada’ (aunque yo prefiero llamarla ‘práctica
orientada’). Y para poder considerarla así deberá cumplir, al menos, estos
requisitos:
- Ha de estar pensada (o diseñada)
para mejorar el rendimiento. Esto significa, primero de todo, adquirir ese
propósito. Además, probablemente necesitará la guía de un/a entrenador/a y será
necesario aislar los elementos específicos que requieran mejora.
- Ha de ser exigente: si nos
manejamos dentro de nuestros límites, estos nunca se expandirán. Pero también
significa que no ha de ser solo diversión.
Lucha por cada balón para tu equipo y no te plantearás si tienes "talento" para el rugby o no. |
Entonces, la cosa queda en que enfocar nuestra atención, exigirnos todo lo que podamos dar, crearnos unas creencias positivas razonables sobre nosotrs misms y entrenar de forma provechosa nos asegurará una auténtica progresión en el rugby. Y, por supuesto, en la vida. ¿Queréis que llamemos esta mezcla “talento? (6)
Pues aún nos queda una sorprendente
revelación más.
Resulta que hay
una sencilla herramienta que nos facilita conseguir mejorar en estas cuatro capacidades (¡todas ellas!): el establecimiento de objetivos. Puede que a alguien le suene, porque lo tratamos en profundidad en esta entrada. Os sugiero que
le echéis un ojo (otra vez, espero) y reflexionéis sobre cómo creéis que los
objetivos pueden ayudarnos a conquistar las cuatro dimensiones de lo que aquí
hemos definido como talento.
No perdamos el “norte”
Si todavía hay alguien a quien no le
convencen estas cuatro cualidades como sustitución del talento ni nada de nada; que sigue pensando que
el talento está ahí y tenerlo o no tenerlo nos determina para los restos; si
aún hay gente que piensa que se tiene o no se tiene y punto, aparte de creer
que se equivoca, voy a decirle que tenemos aún más buenas noticias.
Pongamos que es verdad. Que hay quien
lo tiene y quien no. Que solo algun@s nacieron bendecid@s con unas dotes
superiores para el rugby. Venga, voy a hacer ver que estoy de acuerdo por un
momento…. Pues aun suponiendo que sí,
que existe el talento para el rugby y que solo algún@s lo tienen, hay que decir
que no es, en absoluto, necesario.
De hecho, hace un tiempo que circula
por internet, y de vez en cuando vuelve a emerger, una lista de "cosas” que no
requieren ningún talento. Y no son precisamente tonterías. Espero que estéis preparad@s, porque allá va:
Muestro la lista también en inglés por si alguien aprecia matices que se pierdan en la traducción. |
Échales un ojo y si sigues creyendo que
tú no tienes “eso” que hace falta (llámalo como quieras), te invito a
reflexionar: ¿Han de esperarte al comenzar un entreno, o siempre que puedes llegas con tiempo? ¿Muestras buena actitud
en lo que haces? ¿Qué tal es tu lenguaje corporal? ¿Das siempre un poco más, o te ahorras algunos esfuerzos?...
Relacionadas exclusivamente con el
rugby hay también una serie de acciones más concretas, que tampoco requieren
talento, a pesar de ser totalmente fundamentales. Se llaman ‘acciones norte’ precisamente porque ‘NO Requieren Talento
Específico’ (NO.R.T.E.) (7).
Es decir, que las puede hacer todo el mundo (si le pone ganas). ¿Cuáles son?:
- Correr: no ir andando, sino ir
todo lo deprisa que se pueda a donde haga falta.
- Levantarse: no quedarse en el suelo más
tiempo del necesario y hacer el esfuerzo de ponerse en pie lo antes posible
para ser útil.
- Anticiparse: estar preparads
para lo que viene inmediatamente. Hemos comprobado infinidad de veces que ls
jugadors ya saben lo que va a ocurrir en los próximos 2 segundos. Sin embargo,
la gran diferencia está entre quienes ‘actúan’ ante lo que va a pasar y quienes
‘reaccionan’ ante lo que ya está pasando. Es
decir, tomar la iniciativa.
- Recolocarse: donde se pueda
ser más útil para el equipo, en vez de remolonear donde poder “esconderse” o quedarse mirando.
- Comunicar: tod@s tenemos boca
para hablar y tod@s tenemos la capacidad para gritar para que se nos oiga bien.
¿Y qué significa que ninguna de estas
acciones requieran ningún talento? Pues ni más ni menos que si no las hacemos es solamente porque somos
nosotr@s quienes elegimos no
hacerlas.
¿Te levantas del suelo en seguida para
ir a placar a otr@ rival? ¿Vas siempre corriendo a apoyar? ¿Tus compañers oyen
bien lo que les tienes que decir?...
Plantéate primero
si cumples con los diez puntos de la lista y con las acciones norte. Y si no es
así, entonces no puedes decir que el talento existe y que tú no
lo tienes.
Ve al campo a entrenar y comienza a
aplicarte con todas estas actitudes que no requieren ningún don especial y
entonces veremos. Algo me dice que, de repente, empezarás a creer que tienes ese
dichoso “talento” para el rugby.