martes, 16 de octubre de 2018

La herramienta 'inteligente' para convertirse en mejor jugador/a: objetivos.

Demasiado a menudo uno se da cuenta de que los avances en la técnica o en la táctica de ls jugadors no se corresponden con los que sería lógico esperar. Pases de escasa calidad, placajes mal intentados... a pesar de dedicarles cierta cantidad de sesiones de entrenamiento.

Esto es consecuencia de múltiples factores. Desde el punto de vista de ls entrenadors, podemos decir que algunos de esos factores, y los hay de profundo calado, están fuera de nuestro control (y ya supone un gran trabajo aprender a convivir con ello). 
Pero hay multitud herramientas que podemos y debemos poner sobre el tapete para mejorar el aprendizaje de ls chic@s. Y posiblemente ls entrenadors seamos más responsables de sus carencias rugbísticas que de sus logros, según el uso que hagamos de esas herramientas.

Sin embargo, son ls jugadors quienes salen al campo a jugar. Por tanto, ell@s también han de poner lo suyo, aunque siempre con nuestra ayuda (incluída la de madres y padres) (1).  

Hoy vamos descubrir y proponer una poderosa herramienta para conseguir que tod@s ls jugadors mejoren aún más sus destrezas. Vamos a hablar de ponerse objetivos individuales. Y más concretamente, de cómo plantearlos para que sean realmente eficaces.

Poca gente, de ninguno de los dos equipos, sale de un partido así habiéndose divertido mucho;
una gran razón para que tod@s nos esforcemos en mejorar.
Tod@ jugador/a debe mejorar en múltiples facetas del juego. Pero 'mejorar' es una palabra demasiado abstracta, amplia, inespecífica,. No es un propósito eficaz para alcanzar alguna meta. Por eso vamos a aprender a plantear objetivos de forma eficiente. 
Y aviso que este sistema sirve también para todo tipo de objetivos personales, ¡como los propósitos de año nuevo!


Hay que resaltar que los objetivos personales ha de planteárselos cada jugador/a. Ls entrenadors han de guiarles en el proceso, pero no han de fijarlos por ell@s. Ha de ser, por lo menos, algo consensuado. 

Para empezar, podemos dividir los objetivos en tres tipos: 
  • Objetivos de resultado. Se centran en el resultado de partidos o competiciones ("hay que quedar entre los tres primeros"), o en comparaciones (con otrs jugadors u otros equipos). A veces pueden ser necesarios, pero no aportan una dirección clara y suelen depender de factores externos que no podemos controlar, por lo que fácilmente conducen a la desmotivación (2).
  • Objetivos de rendimiento. Marcan un "listón" que hay que alcanzar con nuestro desempeño: introducir la mitad de los chutes a palos, reducir el tiempo que tardas en correr 30 metros... Se compite con un@ mism@, ya sea individualmente o como equipo.
  • Objetivos de proceso. Se centran en las acciones específicas para obtener las mejoras en el rendimiento. Por ejemplo: ¿Cómo ganaremos el partido? Anulando a su apertura, obteniendo balones de las melés... ¿Cómo saltaré más en la touch? Con una mejor flexión de las rodillas, potenciando los músculos adecuados... (3)

Deberíamos fijarnos objetivos enfocados al rendimiento y al proceso, como compromiso con nosotros mismos para ser mejores jugadors. Los objetivos centrados en el éxito suelen basarse en comparaciones con otro@s y puede hacer que se eviten objetivos exigentes o desafiantes porque no alcanzarlos se percibe como una humillación.

En todo caso, cualquiera que sea la meta que nos planteemos, haremos bien en formularla en términos positivos y no en negativos. Es decir, fijarnos en lo que queremos conseguir y no en lo que queremos evitar. Por ejemplo: "completar todos los placajes", en vez de "no fallar ningún placaje" (4).


¿Qué clase de objetivos podríamos plantearle a este mocetón? ¿Por qué?

En los países angloparlantes están constantemente revisando los métodos de gestión y han hecho común usar la palabra SMART para referirse a las características que han de tener unos objetivos bien planteados. 'Smart' significa 'inteligente' en inglés, pero también es un acróstico formado por las iniciales (en inglés) de esas características que deben tener los objetivos:  

          Specific               -  específicos
          Measurable          -  cuantificables
          Action-oriented    -  basados en acciones
          Realistic               -  realistas
          Timed                  -  con límite temporal (5)

Vamos a ver qué nos dice cada una y comencemos nuestro proceso:

Específicos


Cuanto más abstracto sea un objetivo, más posibilidades tendremos de no alcanzarlo satisfactoriamente. Palabras como 'mejorar' o 'esfrozarme' no conducen a grandes logros. Los objetivos han de ser claros y concretos para poder concentrar atención y energías. 
Ejemplo:
  • 'Quiero defender mejor' sería un objetivo mal planteado, porque la defensa incluye multitud de aspectos. De todos ellos, podemos empezar contrándonos en el placaje y, tras algunos intentos, concluir qué aspectos más concretos del placaje son los que hay que mejorar, como podría ser la postura de la espalda, la invasión del espacio del rival con la pierna adecuada o la colocación de la cabeza en el contacto.

Cuantificables


Si buscamos mejorar algún aspecto de nuestro juego, en algún momento tendremos que evaluar nuestro progreso. Eso solo podrá hacerse correctamente si podemos medir de alguna manera la mejora: la cantidad de placajes realizados, la distancia que alcanzan los pases, el tiempo que tardamos, la altura que saltamos... Si no puedes medir tu progreso, entonces no puedes gestionarlo. Siempre que se pueda, hablemos de cifras.
Ejemplo:
  • Una de las preocupaciones del equipo tiene que ver con la recuperación del balón. Entonces, podemos ponernos como objetivo recuperar al menos tres balones cada partido. O un balón más cada partido, hasta llegar a un nivel satisfactorio (que también ha de cuantificarse). 

Acción


Nuestro enfoque será que cualquier objetivo que nos pongamos ha de incluir también el CÓMO vamos a lograrlo. Debemos tener claro el trabajo que implica llegar al punto que deseamos y también cuáles son los puntos intermedios en el camino para conseguirlo.
Ejemplo:
  • Queremos aprender a mantener la posesión del balón en el contacto. Podemos comenzar aprendiendo a usar nuestro cuerpo para percutir sin perder el balón;  después, a intentar mantener el avance; y luego a aprender a ir al suelo en mejores condiciones; etc. Y siempre teniendo claro que necesitaremos un gran desgaste físico y una actitud positiva ante el contacto.

Gran determinación la del joven jugador que protagoniza estas acciones.
No le conocemos, pero sabemos que debe de darlo todo también en los entrenamientos.

Realistas


Un objetivo realista es el que nos resulta exigente pero no imposible de alcanzar. Si es demasiado fácil nos aburre. Pero si es imposible nos desmotiva. Así pues, debemos conocer nuestras capacidades para saber a dónde podemos llegar y exigírnoslo. Además, debemos ser flexibles y dar un cierto margen a nuestras metas, de forma que permitan algún error, pero también contemplen un rendimiento especialmente notable. La variabilidad de factores fuera de nuestro control puede ser muy grande y también hay que tenerlo en cuenta.
Ejemplos:
  • Si el nivel del equipo rival es muy superior al nuestro, el objetivo puede no ser el de vencerles, pero sí el de conseguir un punto bonus (6). O si su nivel es inferior al nuestro podemos centrarnos en conseguir que el rival no consiga puntos bonus
  • Si alguien consigue hacer pases "normales" que alcanzan una distancia de 5 metros, bien puede proponerse llegar a entre 8 y 10 metros cuando aprenda a hacer el spin.
  • Mejor plantearse conquistar entre el 50-70% de las melés de un partido que apuntar a una cifra concreta.

Temporizados


Tenemos que marcar los tiempos a nuestras metas. ¿Cuándo vamos a lograrlo? ¿Durante cuánto tiempo? Algunos objetivos han de alcanzarse a lo largo de toda una temporada, mientras que otros hay que conseguirlos en un microciclo o durante un partido. Se trata de ponerle plazos (realistas) a nuestras metas para controlar mejor el progreso.
Ejemplos: 

  • Al final de la temporada tenemos que saber jugar con nuestro sistema de ataque.
  • En este partido voy a hacer entre 10 y 15 placajes.
  • Durante el próximo entreno mejoraremos nuestras líneas de carrera.

¡Cada pequeño esfuerzo cuenta!

Con todos estos factores en mente podemos empezar a plantearnos objetivos, tanto individuales como de equipo. El proceso continúa evaluando los resultados obtenidos y reformulando los objetivos en función de lo logrado. Es decir, siempre estará en marcha.
Pero no conviene centrarse en demasiadas cosas de golpe. Es mejor comenzar con un par de objetivos sencillos, que nos permitan obtener una sensación de logro que nos motivará para seguir alcanzando nuevas metas.

Os recuerdo que ls entrenadors guiarán y ayudarán en todo lo posible a ls jugadors que estén interesad@s en ponerse a ello y sería ideal si antes de empezar parten ya con algunas ideas propias sobre aspectos a mejorar.

Es posible que al principio no aprecien la necesidad o las bondades de ponerse metas concretas, mesurables y alcanzables, pero lo notarán en los resultados. 

Y no hay que olvidar que, como decíamos más arriba, se puede y es muy útil aplicar el modelo SMART a cualquiera de nuestros pequeños o grandes propósitos en la vida.
¿Y cuando hayamos alcanzado nuestro objetivo? Pues entonces vemos cuál es el siguiente paso, pero ya habremos adquirido unos hábitos que nos harán imparables.

Ay, ¡a ver si me lo aplico yo mismo! ☺️